Tuesday, January 29, 2013

2.



Ahora todo tiene dueño, todo tiene un precio. Solo yo me pertenezco. Miro por las ventanas y me doy cuenta de que nada es mío. Me miro y no me reconozco. Tengo miedo, lo admito. Sé lo que tengo que hacer, pero el miedo me transforma. Gruesos caudales rompen las ventanas e inundan mi rostro. Estoy solo y esta soledad me engulle cariñosamente para no oponer resistencia.

Cierro los ojos y me desvanezco en mí mismo. No hay género, no hay nada.
Solo yo y la obscuridad rojiza que penetra en mis ojos cerrados.
Tengo miedo, clamo en silencio por un sonido reconfortante, pero solo encuentro el eco de mis pensamientos. Algo pasará, eso es seguro. Pero que seré yo en ese algo, no lo sé. Respiro. No hay olor. Abre los ojos, alguien me susurra. Mi cuerpo me recuerda mi físico femenino. Mi mente sigue oscilando donde eso no existe.

Me miras con atención a los ojos. Desnudas mi retina, mi iris. Y el miedo se disipa como si no hubiese existido. Sonríes, como causa y efecto, también yo lo hago. La fuerza y la pasión vuelven a mis venas. Mi cuerpo vuelve a funcionar, mi alma no vaga desnuda por lugares inexplicables. He regresado, tal vez por un corto periodo de tiempo. Pero estoy aquí, contigo. Pensando en lo que existe. Pensando en tus alas y en lo lejos que quiero que me lleves, auqnue al final no te quedes conmigo, o yo contigo.


Llenarme de ti.
Por un momento sentirme a través de ti.
Mirarme con tus ojos.
Besarme con tu boca.
Tocarme con tus manos.
Penetrar en mis hendiduras.
Y sentirme tan mía como soy.
Verde olivo, somos verde olivo.

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